Las oportunidades climáticas son una carta nueva y amplia para las transformaciones «desarrollistas»

Introducción

La lógica de acomodar sus decisiones internas a demandas o exigencias de organizaciones extranjeras es un capítulo que aún se escribe en América Latina. Hoy, en la búsqueda de pertenecer al grupo de los países más adinerados, el cual incluye a Chile y México, Colombia es llamada a implementar una serie de medidas estructurales aún cuando copiar ya nos ha pasado la cuenta. No obstante, si las decisiones políticas son adecuadas a la reforma tributaria y de gasto social que impone unirse a la OCDE, pueden dirigirse por buen camino. Si Colombia, así como Dinamarca, establece un impuesto al carbono pudiese no sólo recaudar recursos fiscales, disminuir la dependencia de combustibles fósiles y migrar a fuentes renovables sino que empatar su agenda nacional con los desafíos internacionales de reducción de riesgos climáticos. Si el crecimiento económico es clave, el abanico de opciones climáticamente inteligentes son una excelente oportunidad y están disponibles. El Centro Internacional de Pensamiento Social y Económico (CISOE) de Colombia indica que se requerirían cerca de $20 billones anuales para acercarse a los principales indicadores de los países de la OCDE y, que, por tanto, el reto será “mantener o generar mayores ingresos tributarios ante una desaceleración de la actividad económica por la coyuntura de bajos precios del petróleo” que se estima ha dejado un déficit de 15 billones de pesos para el próximo periodo fiscal y de 9 billones de pesos para este año. Así, el nuevo Plan de Desarrollo 2015 – 2018, basado en el “crecimiento verde”, como sugiriese la OCDE, debiese buscar medidas ambiciosas e impulsar acciones creativas para sociedades resilientes en vez de, paradojalmente, abrir la puerta al fracking. Lo anterior no solo obvia los impactos y costos socioambientales sino que ignora el riesgo que el cambio climático impone a la solvencia de los Estados

Mensajes Claves

  • América Latina debe priorizar el desarrollo de políticas y medidas que estén en sintonía con las necesidades de las personas y las exigencias climáticas. Así como Colombia, Perú ve con ansias la posibilidad de unirse al grupo de país más los ricos que implica realizar una serie de reformas internas con efectos, muchas veces, en contrasentido del bienestar y seguridad social. Para atender los desafíos en la región los gobiernos deben trabajar en identificar oportunidades y alternativas que favorezcan el bienestar de la población y contribuyan a preservar el patrimonio cultural y natural, únicos en el mundo. Establecer medidas que favorezcan la integración y colaboración regional en miras de avanzar hacia un regionalismo fuerte puede, sin duda, mejorar las condiciones internas de los paises.
  • Favorecer y promover políticas y acciones climáticamente adecuadas es vital para una sostenibilidad multidimensional en los países en América Latina. Los países de América Latina están fuertemente amenazados por los efectos y consecuencias del cambio climático lo que incidirá fuertemente en la distribucion de recursos si los países no implementan medidas de adaptación tempranas. Por tanto, toda medida o política deberá ser revisada para evaluar su sostenibilidad y pertinencia y asegurar que fortalezca las capacidades de adaptación y la resiliencia de sus pueblos y comunidades. Así, el desarrollo de medidas que apunten a generar espacios urbanos de bajo impactos ambiental será clave en la región.
  • Este año, de cara al Acuerdo, que establecerá las directrices globales para una nueva relación energética y societal, los países deben buscar coherencia entre sus discursos y compromisos internacionales y la accionar local. México que ha dejado en el tintero la Ley de Transición Energética que, si bien para algunos podría significar impactos económicos en la petrolera estatal, implica poner en marcha y despejar las dudas sobre su compromiso reciente de disminuir un 22% de sus emisiones a 2030 debe tomar acción. Chile, en plena elaboración de sus compromisos-país, ha reabierto el debate sobre la explotación hidroeléctrica a gran escala en el sur del país, cuando estudios confirman que la disponibilidad de agua se verá altamente afectada y que los impactos al patrimonio social, cultural y ambiental no incalculables. Colombia, ha establecido un reciente Plan de Desarrollo en base a crecimiento verde no obstante el fracking es visualizado como una vía adecuada de superación de la crisis fiscal. América Latina debe buscar coherencia y encarnar los desafíos futuros.

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