Se derrumba el dilema el crecimiento económico y la acción climática

Introducción

El combate al cambio climático y el crecimiento económico pueden ir de la mano, uno no impide al otro. Ese fue el mensaje que tanto el ex presidente de México, Felipe Calderón, como representantes del Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF, enviaron esta semana desde distintos lugares del planeta. Pruebas concretas se cuentan para ello. Por un lado, análisis confirman que en 2014 la economía mundial creció un 3% mientras las emisiones permanecieron estables y por otro, que una trayectoria hacia las energía renovables favorecen la generación de empleo y la recaudación fiscal. Calderón, presentando los resultados del nuevo informe «Oportunidades para el crecimiento y un mejor clima 2015» dio cuenta de que es posible atajar “devastadores efectos para la humanidad” del cambio climático implementando acciones concretas que, por ejemplo, llevaron a Suecia a disminuir su huella de carbono un 23% mientras su economía creció un 60%. Así, México, podría practicar con el ejemplo y cumplir sus agendas nacionales e internacionales mediante la  reducción de entre 19 y 26 gigatoneladas de emisiones contaminantes a la atmósfera. Cuidar el uso de suelo priorizando no acabar con los bosques y tierras agrícolas es parte de la solución. Para WWF el reto es “técnica y económicamente viable” ya que “es un mito que exista un conflicto entre el desarrollo económico y la conservación de bosques”.

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Mensajes Claves

  • Acciones para limitar el aumento de la temperatura son coincidentes con el crecimiento de las economías. Cada vez es más claro que mantener las cosas como están o “negocios como siempre” es asumir riesgos económicos, sociales y ambientales. A medida que bajan los costos de las energía renovables y las políticas climáticas se hacen más estrictas se eleva el riesgo de que los combustibles fósiles pierdan valor o se conviertan en activos inmovilizados en el futuro. Descarbonizar el crecimiento significa, también, proteger la salud de las personas y los ecosistemas. Así, medidads de la eficiencia energética, ordenamiento territorial – priorizando no acabar con los bosques y tierras agrícolas- junto a la la creación de ciudades más eficientes no sólo son un elementos para la estabilidad del clima global sino un asunto de economía nacional.
  • Si los gobiernos buscan planes activos de descarbonización y relaciones sustentables con los recursos naturales es posible evitar las consecuencias sistémicas del cambio climático. El nuevo reporte «Oportunidades para el crecimiento y un mejor clima 2015» establece 10 medidas que,  en conjunto,  podrían reducir al menos un  59% y, potencialmente un 96% de las emisiones requeridas para el 2030. Seguir ese tendencia podría mantener el calentamiento global por debajo de 2°C y con ello limitar los cambios multidimensionales y sistémicos del cambio climático.
  • Desacoplar el crecimiento económico de las emisiones contaminantes es el primer paso en la búsqueda de nueva concepciones de desarrollo en América Latina. América Latina es la tercera economía a nivel mundial, concentra la mayor biodiversidad del planeta y una amplia gama de energías renovables no convencionales. La posibilidad de una coordinación productiva y económica que apunte a modificar los patrones de distribución, producción y consumo no solo es posible sino que necesario en un contexto en que “es probable que la cantidad de carbono emitida por dólar de PIB tenga que disminuír 5% por año desde hoy al 2050”. Asi, el desacople crecimiento/energía puede propulsar la busqueda efectiva del buen vivir y los derechos de naturaleza.

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